Antecedentes.
Época prehispánica.
“La mar” que vieron los primeros españoles que llegaron al Valle de México era el lago de Texcoco,
cuyas aguas eran saladas por el contenido de salitre de su lecho, y el lago de Chalco.
En aquella época, estos lagos formaban parte de una gran planicie rodeada de montañas
cubiertas de pinos, encinos, robles y numerosos ríos pequeños. Como los lagos estaban a
diferente altura, el agua de Chalco se desbordaba con frecuencia sobre el de Texcoco.
Desde entonces comenzó la lucha de los habitantes del Valle con el agua, ya que aunque no
ocurrieran tormentas extraordinarias, bastaba con que durante varios años se presentaran
veranos lluviosos para que el nivel de los lagos se elevara peligrosamente, ya que no existían
desagües.
Los primeros asentamientos indígenas se localizaron en los islotes y riberas de los lagos, pero
conforme se acentuó el predominio de los Aztecas. Tenochtitlan se extendió hacia las superficies
que ganaban al agua. Entonces el aumento de los niveles de los lagos comenzó a ocasionar daños
cuantiosos.
Ante este problema se construyeron bordos y diques de contención. En 1450 Netzahualcóyotl, Rey
de Texcoco, por encargo del Rey Azteca Moctezuma, diseño y dirigió la construcción de un
albarradón (dique) de más de doce kilómetros de longitud y cuatro metros de ancho para proteger
a la gran Tenochtitlan del azote de las inundaciones. El dique dividió desde entonces el lago de
Texcoco y a la parte occidental se le dio el nombre de laguna de México. Ésta obra también
contribuyó a disminuir la salinidad del agua que rodeaba a la cuidad, beneficiando a los cultivos.
Tenochtitlan era una ciudad lacustre cuyos habitantes aceptaban esas circunstancias naturales,
por lo que sólo pensaron en contener las aguas, sin crear ningún sistema para desalojarlas del
Valle.
Conquista y Virreinato.
Pero todo cambió al iniciarse la conquista. Durante el asedio de la ciudad por Hernán Cortes en
1521, se abrieron varios boquetes en el albarradón de Netzahualcóyotl para permitir el paso de las
embarcaciones españolas.
Posteriormente, las lluvias torrenciales alertaron a las autoridades coloniales sobre el grave
problema de inundaciones que afectaban la ciudad de México, por lo que en 1555 el Virrey
Velasco ordenó la construcción del albarradón de San Lázaro y se hizo un primer proyecto para el
desagüe de la ciudad.
Sin embargo, en 1604 y 1607 ocurrieron graves inundaciones, provocadas principalmente por los
escurrimientos del río Cuautitlán, que ocasionaron numerosas muertes y cuantiosos daños
materiales. Alarmado el Virrey envió una proposición al Cabildo para que se procediera construir
un desagüe de la ciudad.
Enrico Martínez propuso a las autoridades un proyecto consistente en la construcción de un túnel
en la zona de Nochistongo, a noroeste del Valle de México. El plan fue aceptado y el 29 de Noviembre de 1607 el Virrey dio la primera azadonada de esta gran obra, que fue terminada en
menos de un año. Así, el Valle dejó de ser una cuenca cerrada para contar con su primer salida
artificial de agua. Pero por falta de revestimiento, poco tiempo después ocurrieron derrumbes que
inutilizaron con el túnel. Entonces se decidió sustituirlo por un tajo por un tajo o zanja, que pudo
ser terminado después de 160 años de trabajo, interrumpido por frecuentes derrumbes,
inundaciones y problemas.
Finalmente, a partir de 1789 se dio salida permanente a las aguas de la cuenca de México, para
seguridad de sus habitantes.
En 1803 y 1804, Humboldt, luego de inspeccionar las obras hidráulicas llegó a la conclusión de que
había que completar el plan de Enrico Martínez para drenar el Valle con un gran canal de desagüe.
Pero la lucha de la Independencia retrasó este ambicioso proyecto casi un siglo.
El siglo XIX.
La salida de la cuenca por el tajo de Nochistongo empezó a alterar la ecología del Valle e inició un
nuevo proceso: el nivel de los lagos ya no crecía como antes, los diques crearon áreas seguras para
que la calidad se extendiera sobre las planicies lacustres y la población se concentró aún más en
las orillas de los antiguos lagos. Estas zonas sufrían cuantiosos daños cuando los ríos que
atravesaban la ciudad se desbordaban.
Hacia 1856 las inundaciones eran cada vez más alarmantes; en algunas zonas su nivel alcanzaban
hasta tres metros de altura. A principio de ese año se abrió un concurso para el proyecto de las
obras del desagüe, ofreciéndose un premio de doce mil pesos oro al vencedor. El plan más
completo y calificado fue el del ingeniero Francisco de Garay, que comprendía el Gran Canal del
Desagüe y el primer Túnel de Tequixquiac. Ambas obras se inauguraron en 1900. Se trataba de un
esfuerzo colosal, pero de ninguna manera se había logrado la solución total.
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